San Mateo
El legado vivo del restaurante Guiniguada: más de medio siglo de trabajo y cocina de toda la vida
El Bar Restaurante Grill Guiniguada, ubicado en la Vega de San Mateo, se posiciona como uno de los locales más populares del municipio

La Provincia

Hace 53 años, en el Barranco de la Mina, el afluente del Guiniguada que nace en la Vega de San Mateo, Hilario Déniz compró por un millón de pesetas un pequeño local. Por aquel entonces, esa cantidad de dinero “era muchísima” y el sacrificio de abrir un negocio “muy grande”. Sin embargo, aquella decisión que Hilario tomó en 1972 hoy da nombre a uno de los locales de gastronomía más populares de San Mateo: el Bar Restaurante Grill Guiniguada.
“Antes el sitio no era ni la mitad de lo que es ahora. No había ni siquiera comedor”, recuerda Ernesto Déniz, hijo de Hilario y actual dueño del Guiniguada. Es el más pequeño de siete hermanos -la mayoría vinculados al ámbito de la hostelería- y desde hace 20 años está al mando del negocio familiar. Empezó prestando ayuda a su padre para ganar “algo de dinero mientras estudiaba” y después de tanto tiempo, “es un orgullo que el restaurante vaya bien. No todo el mundo puede decir que carga más de 50 años a la espalda”, subraya.
El camino no ha sido fácil. Cinco décadas dan para mucho y detrás del Guiniguada hay un equipo “increíble” que ha logrado surfear las dificultades: “La hostelería es un trabajo que quema muchísimo. Acabas cansado, pero si te gusta, eres muy feliz con esto”.
Un camino de retos superados
La pandemia, asegura Déniz, supuso un antes y un después para el restaurante. La situación fue “realmente complicada” y volver abrir con las medidas de seguridad que todo ello implicaba supuso “un gran reto”.
Antes del Covid, el restaurante organizaba bailes para los clientes pero tras la crisis sanitaria estos dejaron de celebrarse. La pandemia “nos abrió los ojos y nos enseñó que para vivir no hace falta tanto. Éramos máquinas de trabajo y lo importante es cuidar el negocio, pero hoy estamos y mañana no sabemos qué pasará”. Las dificultades, lejos de acabar con el Guiniguada, sirvieron de impulso: “Son procesos que cuestan un poco, pero se sigue hacia delante”.
Un espacio puro
El negocio se encuentra ubicado en un “espacio puro”. Lejos de la masificación, el escenario invita a recordar la vida de antaño. Al lado del enclave hay un lavadero de los de antes. “Para cualquier persona de la ciudad es una maravilla pasar un rato al sol en la terraza”, dice Ernesto. El paisaje verde rodea al restaurante, los clientes, mientras comen, “sienten el agua que cae de la fuente”. La naturaleza abraza al Guiniguada y es “un espectáculo”.

Ernesto Déniz, en el Guiniguada / La Provincia
Las personas que se acercan hasta el restaurante “buscan tranquilidad y un espacio rural”. De hecho, muchos de los consumidores que recibe el local son clientes habituales. El Guiniguada es un lugar “al que siempre volver”.
A juicio de Ernesto Déniz, una de las características principales del negocio es la comida casera y la gastronomía de toda la vida. Potaje, callos, fabada, carne fresca de cabra o de cerdo o garbanzada. Son algunos de los platos que se ofertan. Además, cuentan con un grill de leña, de los que “casi no quedan en la Isla”, asegura el dueño del restaurante. Sin embargo, reconoce que “este barco se lleva bien por la gente que está al lado”.
La clave del éxito, “hacer las cosas con cariño”
Más allá del servicio a los clientes, el restaurante también acoge la celebración de eventos como bautizos o comuniones. La clave del éxito, en palabras de Déniz, es “hacer las cosas bien y con cariño”. De su equipo destaca la cercanía que tienen con los clientes: “Hay que intentar mantener una línea, ser constantes, la confianza se pierde muy rápido, pero cuesta mucho ganarla”.
La experiencia, según Ernesto, le ha enseñado que “hay que poner ganas pese a las piedras en el camino”. Asevera que cada día “cuesta más mantener un negocio y hay que ser humilde y trabajar muy duro” para que las cosas funcionen.
La presión diaria “es mucha y muy difícil de llevar” y a los jóvenes que empiezan con sus propios negocios no les queda otra que “sacar fuerzas y tener mucho ánimo y ganas de trabajar. Emprender hoy en día es complicado”.
Pese a todo ello, cuando Ernesto echa la vista atrás se muestra orgulloso del camino recorrido. El legado que le dejó su padre “es enorme y no se le puede estar más agradecido. Luchó muchísimo por El Guiniguada”, un restaurante que se ha consolidado como uno “de los emblemas de la Isla”. Un lugar al que siempre volver.
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