- Aranceles La escalada comercial entre EEUU y China hace perder otro 3,5% a Wall Street
- Bolsa Wall Street afloja su entusiasmo tras la euforia de ayer por la pausa arancelaria de Trump: S&P cae más de un 3%
En uno de los libros de Harry Potter, la escritora J. K. Rowling utiliza una palabra muy sonora para explicar cómo su héroe aprovechaba cualquier alboroto para pasar desapercibido. "En medio de todo ese kerfuffle", el singular término inglés que describe una perturbación o conmoción generalmente causada por una disputa o conflicto, "nadie parecía haber notado a Harry, lo que le venía perfecto". Este viernes, Jamie Dimon, primer ejecutivo de JP Morgan, el banco más grande del país, una de las voces más autorizadas de Wall Street y a quien el presidente de EEUU escucha, usó acertadamente esa misma expresión para describir la situación en los mercados esta semana, y en especial en el que el miércoles forzó la mano de la Casa Blanca con los aranceles. "Habrá un kerfuffle con los bonos del Tesoro debido a todas las normas y regulaciones. Cuando eso ocurra, la Fed intervendrá, pero no hasta que 'empiecen a entrar en pánico', añadió en una llamada con analistas. La gran diferencia entre la ficción y la realidad es que en ésta, ni el protagonista, Trump, es el héroe, ni el caos, provocado únicamente por él, le sirve para ocultarse.
Este viernes, las bolsas, los bonos, las divisas y las commodities han vuelto a sufrir una sesión convulsa, esquizofrénica y difícil de racionalizar que refleja algo más que incertidumbre y desconcierto: miedo creciente, espíritus animales. Wall Street salvó la jornada y la semana con un crecimiento del 2%, marcado por la volatilidad y, curiosamente, las malas noticias. La amplia mayoría de datos y declaraciones deberían haber profundizado las caídas en los índices de la última semana, pero no fue así. Los cierres de posiciones, y las palabras de la Reserva Federal, prometiendo hacer lo necesario para evitar dramas, leídas más que pronunciadas con el tono Draghi, fueron suficientes.
El Dow Jones recuperó más de 620 puntos, un 1,6%. El Nasdaq tecnológico un 2,06% y el S&P 500 un 1,8% en una sesión de idas y venidas que cierra, por raro que parezca, la mejor semana desde 2023. Algo que de ninguna forma puede interpretarse como síntoma de optimismo. A cambio, el oro se ha disparado a nuevos máximos históricos, un claro síntoma de preocupación por la escalada geopolítico y las malas perspectivas de los mercados financieros. El dólar cayó el viernes por quinto día consecutivo, culminando su peor semana desde 2022. Y la presión en los mercados de deuda se afianzó, con el rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años de referencia superando el 4,5%, la mayor subida desde noviembre de 2001, tras los atentados de las Torres Gemelas.
"Esto no es normal", resumió Ajay Rajadhyaksha, responsable global de investigación de Barclays, en un informe, mencionando la especulación de los inversores asiáticos, que se deshacen de valores y deuda estadounidense en respuesta a los aranceles, así como la posible liquidación de posiciones altamente apalancadas. "Sea cual sea el motivo, ahora mismo, los mercados de bonos están en problemas", avisó.
Porque no es normal. Cuando el mercado está sensible encuentra señales en todas partes, pero es que las de ahora vienen en tableros de neón. China, tras ser golpeada con aranceles del 145% a sus productos, algo completamente disruptivo, replicó con la misma moneda, llevando el recargo a las exportaciones estadounidenses al 84%. En EEUU, la confianza del consumidor cayó por cuarto mes consecutivo hasta su mínimo en tres años, un hundimiento generalizado y unánime en cuanto a edad, ingresos, educación, región geográfica y afiliación política de los encuestados.
Y eso mientras que las expectativas de inflación a largo plazo (para los próximos 5 a 10 años) han subido al 4,4 %, el nivel más alto desde 1991. El indicador de la Universidad de Michigan superó el nivel de 6,70% esta semana, su pico nada menos que desde 1981, lo que quiere decir que los ciudadanos esperan ese nivel de precios en los próximos 12 meses. Hay que remontarse también exactamente a ese año para encontrar la última vez que el bono a 30 años de EEUU subió tanto y tan rápido como ahora.
Un cóctel explosivo, profundo, que no condujo a un cierre en rojo, pero que pone todos los ojos en la Reserva Federal, que este viernes salió casi en tromba para analizar la situación, pero también para intentar calmar las aguas, diciendo que está "completamente lista para estabilizar los mercados si fuera necesario", en palabras de Susan Collins, la presidenta de la Reserva de Boston. "Es de vital importancia que las expectativas de inflación se mantengan estables en este momento", dijo también John C. Williams, presidente de la influyente Reserva Federal de Nueva York, estimando que la inflación alcance el 4 % este año y el crecimiento caiga por debajo del 1 % mientras suba el desempleo. "Distinguir entre la inflación subyacente y los efectos directos, indirectos y colaterales de los aranceles probablemente sea difícil en tiempo real", admitió Alberto G. Musalem, responsable de la Reserva Federal: "Sería cauteloso al asumir que el impacto de un aumento de aranceles sobre la inflación sería breve o limitado", en un evento el viernes.
"Normalmente, cuando se ven grandes aumentos arancelarios cabría esperar que el dólar subiera. El hecho de que esté bajando al mismo tiempo, creo, le da más credibilidad a la historia del cambio en las preferencias de los inversores", dijo este mediodía el presidente de la Reserva Federal de Minneapolis, Neel Kashkari, sobre la constatación de que el dinero está saliendo de los activos norteamericanos por el daño autoinfligido por la administración.