«Medusas peligrosas en España»: medios británicos siembran el miedo entre turistas
España registra más de 7.000 picaduras por medusas en 2024. La carabela portuguesa obliga al cierre de playas como las de Tarragona.
Sergio Delgado Martorell
Las costas españolas, desde la Costa Brava hasta el litoral andaluz, han sido durante décadas el enclave predilecto para millones de turistas internacionales. Entre ellos, los visitantes británicos figuran siempre en los primeros puestos: cada verano regresan en masa en busca de sol, gastronomía y aguas cálidas.
No obstante, esta imagen idílica ha sido enturbiada en las últimas semanas por una ola de titulares inquietantes en medios del Reino Unido.
Expresiones como «medusas peligrosas en España» han copado portadas y redes sociales. Esto ha generado una inquietud palpable entre quienes ya habían formalizado sus reservas o valoraban viajar al país en los meses estivales.
Titulares sensacionalistas frente a datos reales: más de 7.000 picaduras medusas en 2024
Pese a que los titulares puedan parecer exagerados, algunas cifras respaldan una parte del discurso. En lo que va de 2024, más de 7.000 personas han requerido asistencia médica por picaduras de medusa. Ello que supone un incremento del 40 % respecto al mismo periodo del año anterior.
Buena parte de estos episodios han sido leves y de carácter puntual, pero la presencia de especies urticantes como la carabela portuguesa obligó al cierre de varias playas en Tarragona durante determinados días. Estas intervenciones, necesarias desde el punto de vista sanitario, fueron rápidamente magnificadas por algunos medios internacionales.
VER MÁS:
Entre el calentamiento del mar y la pesca intensiva
Detrás de esta situación subyace un fenómeno ambiental complejo y multifactorial. Investigadores del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona han advertido de que el aumento de la temperatura superficial del agua, atribuible al cambio climático, favorece la reproducción masiva de medusas. Esta alteración en los patrones térmicos crea un entorno propicio para su expansión y persistencia en zonas costeras.
Además, la sobreexplotación pesquera ha reducido notablemente el número de sus depredadores naturales, como ciertas especies de tortugas o peces luna. A este desequilibrio se suma la alteración de hábitats marinos por la urbanización intensiva del litoral, que ha debilitado los mecanismos de autorregulación ecológica del ecosistema.
VER MAS:
El turismo ante el escrutinio británico
La creciente exposición mediática de estos episodios no es trivial. Para un país como España, cuya economía depende en buena medida del turismo, estas alarmas pueden tener un efecto disuasorio tangible.
Reservas canceladas, cambios de destino o una reducción en la afluencia de visitantes son escenarios posibles cuando el miedo —aunque infundado o sobredimensionado— se propaga con rapidez.
Particularmente vulnerables son las regiones cuya actividad económica está fuertemente estacionalizada, como la Comunidad Valenciana, Baleares o Murcia, donde el turismo representa un porcentaje elevado del PIB. En este contexto, el efecto dominó de unos pocos titulares alarmistas puede convertirse en un problema de imagen y reputación.
VER MÁS:
Prevención, información y tecnología
Lejos de la inacción, las autoridades locales han reforzado las medidas de prevención y respuesta. En muchos municipios se ha desplegado una señalización dinámica mediante banderas informativas, se han activado cierres temporales del baño cuando la situación lo requiere, y se cuenta con dispositivos de socorrismo preparados para actuar con celeridad ante cualquier incidencia.
Al mismo tiempo, algunas administraciones regionales han puesto en marcha campañas informativas dirigidas tanto a residentes como a turistas, con el propósito de ofrecer datos contrastados y combatir el ruido informativo.
Se estudia, incluso, la instalación de barreras flotantes en playas de alta ocupación —una medida ya implementada con éxito en países como Australia— para impedir que las medusas lleguen a la orilla.
¿Amenaza sistémica o narrativa inflada?
Lo cierto es que no todas las especies avistadas representan un riesgo significativo. Muchas de ellas apenas producen molestias. Además, la mayoría de las picaduras son evitables mediante precauciones básicas, como respetar las banderas de advertencia o evitar el baño en zonas donde se hayan registrado avistamientos recientes.
Pese a ello, la cobertura de algunos medios británicos ha sido objeto de críticas por parte del sector turístico español, al considerar que exageran una realidad localizada y estacional.
Equiparar la situación con una amenaza estructural y persistente no se corresponde con los datos disponibles, ni con el modo en que se gestiona esta problemática desde los organismos públicos.
Medusas, clima y futuro: una relación que exige vigilancia científica
Más allá del presente inmediato, la ciencia sigue investigando la evolución de estos fenómenos. Las medusas, en tanto que indicadores sensibles de cambios marinos, pueden convertirse en un termómetro biológico de las alteraciones en los océanos. Entender sus ciclos, patrones migratorios y explosiones demográficas es clave para anticiparse a futuros escenarios.
Mientras tanto, resulta esencial no caer en el alarmismo. Las playas españolas continúan siendo espacios seguros, monitorizados y preparados para recibir a millones de personas cada verano. La presencia ocasional de medusas no debería opacar esa realidad.
