La producción científica canaria despunta pese a la escasa financiación

Pese a la inversión paupérrima que recibe la I+D en las Islas, el Archipiélago logra afianzar su liderazgo científico en temáticas como el espacio, las ciencias sociales o la veterinaria

Un investigador del SEGAI en la Universidad de La Laguna.

Un investigador del SEGAI en la Universidad de La Laguna. / María Pisaca

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Santa Cruz de Tenerife

El nombre de la ciencia canaria se impone entre las montañas de papers que envían cada año los investigadores de toda España a las revistas científicas más reputadas del mundo. Canarias se encuentra por encima de la media nacional en producción científica, siendo la segunda región de España en la que más investigadores consiguen publicar en revistas de alta impacto. Canarias también se sitúa en posiciones altas en colaboraciones internacionales y el impacto de sus estudios. Sin embargo, la falta de financiación lastra a la comunidad autónoma, que no logra que todo ese conocimiento llegue a la sociedad. 

Así lo revela la estadística del Sistema de Información sobre Ciencia, Tecnología e Innovación (SICTI) del año 2023, del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades que pone de manifiesto que cada investigador canario realiza una media de 1,09 publicaciones al año, solo superado por los vascos, que escriben una media de 1,28 estudios anualmente. Además, el 52,60% de los estudios cuentan con colaboración internacional, posicionando al Archipiélago como la cuarta región que más cuenta con científicos de otras nacionalidades para realizar su investigación. 

Para el vicerrector de investigación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Sebastián López, estos datos ponen de relieve que «Canarias tiene investigadores de muchísima excelencia». En este sentido, el vicerrector recuerda que el Archipiélago no solo cuenta con ese impacto normalizado por encima de la media nacional (de 1,46 frente al 1,28 nacional), sino también un «impacto social». «Nuestra investigación tiene muchísima relación con políticas públicas y con los Objetivos de Desarrollo Sostenible», relata. 

Varias áreas del conocimiento

Canarias destaca en varias áreas del conocimiento. Las investigaciones que logran llegar a revistas de mayor impacto son las Ciencias Planetarias y del Espacio, la Astrofísica y la Veterinaria. Sin embargo, Canarias también se sitúa por encima de la media nacional en Ciencias Sociales, Economía, Gestión Empresarial y en el ámbito multidisciplinar. En el caso de la Universidad de La Laguna (ULL), la estrecha colaboración con el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), le permite ascender a niveles altos de excelencia científica. «Tenemos que tener presente el tirón de la astrofísica en estos resultados», destaca Antonio Aparicio, vicerrector de investigación de la ULL, quien destaca también la eficiencia de las investigaciones en psicología o de ciencias de la computación. En la ULPGC son las investigaciones en Veterinaria las que logran mejores resultados, aunque su producción –comparada con la de Astrofísica o la de Medicina– sea menor. 

Canarias logra este hito pese a arrastrar décadas de una baja inversión en ciencia. En 2023 apenas alcanzó el 0,57% del PIB y en los años previos esta cifra se mantuvo incluso por debajo. Canarias es así la segunda comunidad de España por la cola de financiación, tan solo por delante de Baleares. El Archipiélago está, además, muy lejos de la media nacional, que triplica la paupérrima financiación canaria (1,49% del PIB). Y es que, pese al esfuerzo de las administraciones locales, insulares y autonómicas –que constatan ambos vicerrectores–, «no llegamos nunca al 0,6%», como declara López.  

«Me consta que están trabajando y están haciendo un esfuerzo para incrementar la inversión, pero los datos son los que son», sentencia. En esta línea también se manifiesta el vicerrector de investigación de la ULL quien añade que desde estas entidades se están llevando a cabo «iniciativas muy valiosas», como son las reuniones o jornadas. «Allí se concentra gente de distintos ámbitos con la que se puede hablar y donde surgen los problemas que puede haber en la ciencia», insiste Aparicio. 

La ciencia no llega

Sin embargo, la ciencia no está llegando a la población tanto como debería. Canarias está a la cola de transferencia de su conocimiento. En 2023 apenas se registraron 16 patentes en todo el Archipiélago, no se creó ninguna nueva empresa derivada de una investigación pública (spin-off) y apenas se ingresó 30.000 euros de la explotación de invenciones

Con una comunidad que centra sus esfuerzos de I+D en los centros públicos de investigación y las universidades, son varios los motivos que han podido ocasionar que la transferencia no sea atractiva para los investigadores. «La carrera investigadora en las universidades incentiva poco los méritos de transferencia», revela López, que insiste que es «fundamental» cambiar este paradigma. «Otras comunidades que están mejor en transferencia, como País Vasco, Navarra, Madrid o Cataluña, tienen un recorrido curricular diferente y no dependen tanto de la investigación en las universidades», insiste. 

En la ULL el incentivo ha llegado con un fondo propio para la creación de spin-off, una nueva herramienta dotada con 150.000 euros al año. «Hemos tenido un montón de dificultades técnico-administrativas, pero ya está en marcha», sentencia. Así, a día de hoy, la ULL está dando seguimiento a 39 iniciativas de creación de spin-off, de las que se estima que al menos seis se podrán convertir en empresas en breve. «Vamos a multiplicar nuestros resultados gracias a esta iniciativa», insiste. 

Sin embargo, para Aparicio, el problema no está solo en la «cultura de la transferencia» por parte de las universidades, sino también por parte de las empresas. «El artículo 60 de la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) permite que empresas o instituciones hagan contratos con universidades públicas para desarrollar una solución a un problema», resalta Aparicio. 

Así, por ejemplo, un empresario de una finca podría mejorar su producción gracias a una investigación que la universidad pública hiciera solo para él. «Un contrato es mucho más barato», insiste. Cada año, la ULL, por ejemplo, firma una media de 150 contratos de este tipo. «Pero podríamos llegar a 500 o más, podría haber todos los que quisieran las empresas, pero tiene que ser a iniciativa de ellos», concluye.

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