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La diversión y la tristeza de Dario Ferrari, una sátira universitaria que va más allá del campus

'Se acabó el recreo' empieza como una divertida novela de campus que va transformándose en una novela de formación más compleja y ambiciosa

La diversión y la tristeza de Dario Ferrari, una sátira universitaria que va más allá del campus
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"Qué vida de mierda". Así describe el mundo universitario uno de los personajes de esta obra que retrata las desventuras de un doctorando en Literatura Italiana. Y, efectivamente, Se acabó el recreo tira de muchos recursos clásicos de la novela de campus para ofrecer un ácido retrato de la vida académica.

Los catedráticos son vanidosos reyes de sus departamentos; los investigadores, sus esclavos voluntarios; y las publicaciones y los congresos actúan como meras herramientas de la "geopolítica universitaria": no importa lo que uno dice sino a quién cita, a quién invita. Así se presenta al lector un mundillo hiperregulado -con sus reglas no escritas y sus sanciones para quien dé un paso en falso- que también puede ser siniestramente arbitrario: una carambola o una necesidad puntual pueden alterar el curso de vidas enteras.

Se acabó el recreo

Traducción de Carlos Gumpert. Libros del Asteroide. 400 páginas. 24,95 € Ebook: 12,99 €
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Los tópicos funcionan en esta novela por tres motivos. En primer lugar, las miserias académicas están narradas con gran sentido del humor. La visión crítica de la universidad se aproxima más aquí a la de David Lodge que a la del John Williams de Stoner. Esto, unido a una notable agilidad narrativa -facilitada por la excelente traducción de Carlos Gumpert-, anima al lector a instalarse en una actitud de se non è vero, è ben trovato.

En segundo lugar, el cinismo de los personajes no termina de destruir el amor que sienten por aquello que estudian. Pese a sus desencuentros con el catedrático que ejerce de Rey Sol, el narrador señala que una conferencia suya "me recuerda quién soy y por qué hago lo que hago, y me recuerda que existe un hechizo en el mundo con el que la gente normal ni siquiera sueña, aunque a veces para vislumbrarlo se requieran años de estudio".

En tercer lugar, Se acabó el recreo no se ocupa solamente de los vericuetos por los que se obtienen becas o plazas. La novela indaga en lo que significa el tránsito a la adultez para la generación educada en los 2000, a la que compara con quienes estudiaron en los años 70. Al hilo de esto, también reflexiona -aunque de forma discutible- sobre los 'años de plomo' en Italia, y sobre aquellos jóvenes que pasaron de las reivindicaciones políticas al crimen.

Así, lo que empieza como una divertida novela de campus va transformándose en una novela de formación más compleja y ambiciosa, para terminar mostrando que en la universidad se aprende de todo, aunque no siempre de la manera que uno esperaría.