Opinión | GATO ADOPTIVO

Director adjunto de EL PERIÓDICO

Ferran Boiza
Ferran BoizaDirector adjunto de EL PERIÓDICO
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona, lleva más de tres décadas cubriendo información política en medios de Barcelona y Madrid como Europa Press, La Vanguardia y El Mundo, donde trabajó 26 años y fue Jefe de Nacional. En 2023 se incorporó a Prensa Ibérica, donde ha sido Director de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA hasta su nombramiento como Director Adjunto de EL PERIÓDICO.
Una red ferroviaria con los pies de barro

Un informador se dirige este lunes a los pasajeros en la estación de Atocha / RODRIGO JIMÉNEZ / EFE
Si usted reside en Parla o Vilanova y tiene que utilizar cada día Cercanías, o Rodalies, para ir a trabajar o a estudiar, es posible que este lunes por la mañana se haya visto reflejado en el espejo esbozando una ligera sonrisa al escuchar los problemas que acumulaban las líneas de alta velocidad entre el sur de la península y Madrid. Y haya cruzado los dedos, claro. No en vano, sabe por experiencia que coger un Cercanías en Parla o un Rodalies en Vilanova para desplazarse a Madrid o a Barcelona es una lotería. O un sorteo a cara o cruz en el que casi siempre sale cruz.
Cercanías ha sido históricamente el patito feo de la red ferroviaria española. El Consorcio Regional de Transportes de Madrid reportó un total de 1.014 incidencias en la red el año pasado, una cifra similar a las sufridas en Rodalies: más de tres averías al día. El problema es que la falta de fiabilidad de los trenes de proximidad no sólo no se ha solventado, sino que ha contagiado a la red de alta velocidad, donde han aumentado significativamente los contratiempos y los retrasos. En la línea Madrid-Barcelona, por ejemplo, las incidencias se habían incrementado un 72% sólo hasta octubre de 2024.
El colapso del servicio entre Andalucía y Madrid este fin de semana por el robo de cable de cobre sería una anécdota desafortunada si no lloviera sobre mojado. La saturación de la red o el insuficiente mantenimiento lastra la historia de éxito que es la alta velocidad española. La liberalización del mercado ha disparado el tráfico un 60%, especialmente en los corredores que conectan la capital con Barcelona, Valencia y Sevilla. Los ciudadanos están dando ejemplo y apuestan por el transporte público, por lo que la Administración debe asegurar un servicio eficaz y confiable.
Las cifras oficiales hablan de 24.000 millones de inversión en la red ferroviaria hasta 2026. Sólo falta que la ejecución presupuestaria no se quede a años luz de esta promesa, como suele suceder, y que el robo de 300 metros de cable de cobre no sea suficiente para hundir un sistema que parece tener los pies de barro.
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