Nos acaba de dejar un maestro, el arquitecto Lluís Nadal Oller , a los 96 años. Lluís Nadal era gemelo de Jordi Nadal , historiador. Componían una pareja muy diferente, comparada a otros gemelos , casi polos opuestos: uno, historiador y economista, del mundo de las letras, el otro arquitecto, artista y hombre de acción.
Nacido en una familia numerosa, con fuertes raíces gerundenses e influencias francesas, Lluís Nadal era un hombre elegante de maneras y hechos, un arquitecto en el sentido más amplio, maestro y autor de numerosas obras, que por su calidad y habilidad de trazo, nos han ayudado a formarnos, muy especialmente en el campo de la vivienda que sabía componer con delicadeza y confort.
Hombre elegante de maneras y hechos, todo curiosidad, Nadal era arquitecto en el sentido más amplio
Pertenece a la generación que estudió arquitectura en Barcelona en los primeros años 50, y que tuvo la oportunidad de trabajar intensamente en la construcción de vivienda urbana en el marco de la Ley de Vivienda de Renta Limitada (que ofrecía ventajas fiscales a promotores).
Entre su obra de viviendas cabe destacar el bloque La Vinya en Montjuïc-Barcelona, el bloque en la calle Lepant, las viviendas en la calle Plateria y también las de la calle Escuelas Pías en Barcelona. También hizo vivienda privada como, por ejemplo, el edificado para su familia en La Fosca, o edificios de obra pública, como la estación de autobuses de Tarragona, el parque y aparcamiento en Sant Pau del Camp y el edificio Nexus en el Campus Nord de la Universitat Politècnica de Catalunya.
Ahora bien, quizá la obra que lo refleja mejor y que más ha representado el espíritu de Lluís Nadal es la nueva Escuela de Arquitectura en el Vallès, un edificio funcional, simple y complejo al mismo tiempo, luminoso, que refleja su espíritu optimista y respetuoso, jugando con un cierto compromiso entre las técnicas constructivas contemporáneas y tradicionales.
Esta manera de hacer también la aplicó en su magisterio, en las escuelas de arquitectura del Vallès y de Barcelona, donde enseñó hasta que le fue permitido, una jubilación que le dolió porque perdía el contacto con los jóvenes.
Al mismo tiempo era una persona de enorme curiosidad y ambición de comprender, siempre generoso de espíritu. Ningún juicio negativo hacia los otros, más bien tratar de entender las razones de los otros cuando no asentían.
Lo caracterizaba un fino sentido del humor, una cordialidad distinguida y próxima, y sobre todo una gran capacidad de seducción. Hombre de gran sentido familiar, fortalecido por hijos, nietos y bisnietos, su bondad lo ayudó a superar la viudedad de su esposa Mercè, fallecida demasiado joven.