Con la sanidad pública británica colapsada y al borde mismo de la bancarrota, la solución que contempla el Gobierno Starmer es enviar asistentes sociales de manera periódica a los hogares para persuadir a la gente de que se haga chequeos, controlar sus enfermedades e intentar ayudarles en los problemas que les crean estrés y afectan a su salud mental.
El propósito es reducir la dependencia del Estado, que no puede afrontar el coste creciente de la medicina universal sin subir de manera dramática los impuestos, y se encuentra con un electorado que llega a la conclusión de que las cosas no funcionan cuando al médico de cabecera solo se le puede ver por Zoom o hay que esperar meses y meses para una operación que no sea de vida o muerte (hay ocho millones de personas esperando su turno).
Atajar el lastre de los usuarios frecuentes de la sanidad pública
El plan, a diez años vista, comenzará a implementarse en junio en las regiones más deprimidas de Inglaterra, y se basa en uno similar aplicado con buenos resultados en Brasil, y en el que la China de Mao impuso en los años cuarenta del siglo pasado para mejorar la salud de los campesinos. Los trabajadores sociales cobrarán unos 32.000 euros anuales brutos y cada uno tendrá asignados ciento veinte hogares que visitará en principio una vez al mes, de manera persistente aunque sean recibidos con un cierto enfado o incluso hostilidad.
La Administración pretende atajar el lastre de los usuarios frecuentes de la sanidad pública, que por un mismo problema (o percepción de un problema) acuden varias veces al equivalente del CAP e incluso a urgencias del hospital, contribuyendo al atasco existente. El objetivo último es fomentar la medicina preventiva, para detectar las enfermedades antes de que estén avanzadas y el coste para el Estado sea mayor.

Starmer, en el 2023 en una visita a un centro de formación de estudiantes sanitarios y asistencia social
Un programa piloto realizado en Westminster (Londres), un barrio con alto nivel adquisitivo, sugiere que la utilización de estos asistentes comunitarios para las visitas a domicilio logró reducir las citas hospitalarias en un diez por ciento, las visitas a urgencias en un 7%, al tiempo que aumentaba la vacunación en un 47%, y los chequeos de cáncer en un 82%, mientras que en Brasil los fallecimientos por problemas cardiacos disminuyeron un 30%. La expectativa es que en los distritos menos prósperos los beneficios serán aún mayores.
La inversión inicial para aplicar el plan al 20% de zonas más deprimidas (con una esperanza de vida hasta 18 años inferior a las más ricas) será de 360 millones de euros, y si se llega a aplicar a todo el territorio se elevará a unos 2.500 millones de euros. “Se trata de una manera mucho más eficiente de gastar el dinero que la que se hace actualmente”, ha dicho el ministro de Sanidad Wes Streeting, encargado de reformar a fondo el NHS antes de que vaya a la quiebra, pero sin abandonar el principio (sacrosanto en Gran Bretaña) de la medicina universal gratuita para todo el mundo.
Se trata de una manera mucho más eficiente de gastar el dinero que la que se hace actualmente”
A los asistentes sociales dispuestos a ir llamando de puerta en puerta no se les exigirán cualificaciones especiales, sino discreción y un carácter tenaz para seguir insistiendo en que la gente se haga chequeos, se vacune, haga caso del diagnóstico médico y tome las medicinas cuando corresponde. También que sepan escuchar, para intentar ayudar a la gente sobre cómo afrontar problemas como el dolor, la soledad, el bullying, la violencia doméstica, la pérdida del empleo y el miedo a perderlo, las facturas impagadas y las deudas.
“La misión es que todo el mundo viva vidas más largas y más felices, y que le cuesten menos al Estado”, resume un alto funcionario del Gobierno laborista que preside Keir Starmer.