Con 600 partidos oficiales a sus espaldas y más del 96% de participación posible, Francisco Javier Linares (Almería, 1988) ha escrito una página dorada en la historia del fútbol español. Capitán del Polideportivo Almería en Tercera Federación, su trayectoria representa un modelo de fiabilidad, constancia y compromiso sin fisuras. Un ejemplo en silencio.
Lo suyo no es solo una cuestión de números. Es una forma de entender el fútbol. “Mi truco es darle mucha importancia al trabajo invisible. Rutina personal en casa de trabajo de core, prevención de lesiones aunque no tenga molestias, el descanso, comer lo que se necesita cuando se necesita, analizar rivales por cuenta propia…”, explica a MARCA el lateral derecho de 37 años que marcó gol en su cita 600. Todo eso forma parte de una receta que lo ha convertido en un jugador prácticamente indestructible.
Ha sido imprescindible en todos los clubes que ha defendido: Polideportivo Ejido, Ciudad de Vícar, Berja, Huércal Overa, Crevillente, Motril y el propio Polideportivo Almería. En todos, ha dejado huella no solo por su rendimiento, sino por una profesionalidad que va más allá del entrenamiento diario.
Su récord no solo se mide en cantidad, sino en regularidad extrema. En un entorno donde las ausencias por lesión, sanción o decisiones técnicas son constantes, Linares ha estado siempre disponible. Una excepción en un fútbol plagado de imprevistos.
Y lo mejor es que no piensa en el final. “De momento me encuentro muy bien y no miro más allá. Pienso en temporada a temporada”, añade desde el otro lado del teléfono. Esa mentalidad, sumada a su ética de trabajo, lo ha llevado a convertirse en una figura única. Un jugador que, sin hacer ruido, ha logrado lo que muy pocos: ganarse el respeto a base de presencia, compromiso y rendimiento.
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