En estos momentos de homenajes de despedida al papa Francisco vale la pena recordar una de sus últimas cartas, escritas en agosto del año pasado, sobre el papel de la literatura en la formación de las personas. Jorge Mario Bergoglio que fue profesor de Literatura y Psicología en una escuela jesuita de Santa Fe, en Argentina, no tuvo inconveniente en recurrir a la ciencia para defender la afición a leer. Y así dejó escrito que “muchos científicos sostienen que el hábito de la lectura produce efectos muy positivos en la vida de la persona; le ayuda a adquirir un vocabulario más amplio y, por consiguiente, a desarrollar diversos aspectos de su inteligencia. También estimula la imaginación y la creatividad, calma el estrés y la ansiedad”.
Imagen del papa Francisco en 2013
Hagamos nuestros los consejos de Francisco y disfrutemos hoy de la Diada de Sant Jordi con el consumo tradicional de libros. Lo que estaría bien es que además de comprarlos, los leyéramos. Todos los índices señalan un éxito del libro, en cuanto a ventas de ejemplares, aumento de asistencia a bibliotecas o mantenimiento de librerías. Sin embargo, la sensación más extendida entre la opinión pública es que se lee menos por la falta de tiempo y por la competencia digital. El papa Francisco lo reconocía en su carta citada al decir que “la lectura era una experiencia frecuente” en el pasado “antes de la llegada omnipresente de los medios de comunicación, redes sociales, teléfonos móviles y otros dispositivos”.
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Si hacemos caso al último Barómetro de Hábitos de Lectura, divulgado por nuestro colaborador y presidente de los editores españoles, Daniel Fernández, los jóvenes entre 15 y 24 años y los mayores de 65 son los sectores de la población que más leen. Y este hábito “refleja un progreso significativo en los últimos 15 años”. No le llevaremos la contraria. En todo caso, no será por la divulgación que hacemos de los libros en La Vanguardia. Y ayer celebramos la undécima edición del encuentro con el mundo del libro en el acto que anualmente organizamos en el hotel Alma, como preludio de la Diada de Sant Jordi.
En fin, compren, lean y disfruten del placer de disponer de buenos libros. Sean o no creyentes, hagan caso al papa Francisco. Este ha sido uno de sus mejores consejos.
