Más de 1.500 productos
Bruselas lanza su primera represalia contra Trump: aranceles del 25% a importaciones de EEUU por valor de hasta 26.000 millones
La Comisión Europea activa una respuesta escalonada en tres fases a los aranceles de Trump, rebaja el impacto inicial y busca evitar dañar sectores estratégicos en plena tensión comercial transatlántica.
Los aranceles tendrán un valor máximo de hasta un 25%, y excluirán el vino y el bourbon atendiendo peticiones de Francia

El comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic. / EP


Sabina Feijóo Macedo
Sabina Feijóo MacedoRedactora de Economía en ACTIVOS
Periodista en Activos, el vertical de economía de Prensa Ibérica y el Periódico de España. Graduada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. He pasado por la sección de economía de la Vanguardia y por el equipo de comunicación de una aceleradora de startups industriales tecnológicas. Sigo formándome en el ámbito de las Relaciones Internacionales en la UOC.
La Unión Europea ya tiene lista su primera respuesta a la ofensiva arancelaria lanzada por Donald Trump. A partir del 15 de abril, comenzará a aplicar aranceles de hasta un 25% a productos procedentes de Estados Unidos, en una ofensiva que se desplegará por fases hasta diciembre y que, aunque se ha suavizado respecto a los planes iniciales, podría alcanzar un impacto de hasta 26.000 millones de euros. La lista, que se ha hecho pública esta madrugada, contiene más de 1.500 referencias que estarán sujetas a diferentes valores arancelarios. Bruselas ha querido evitar una escalada inmediata y ha dejado margen para la negociación con Washington, aunque tiene listas medidas adicionales si no hay avances.
La lista de productos afectados, que se ha ido afinando hasta última hora, excluye finalmente referencias tan simbólicas como el bourbon y el vino, atendiendo a las peticiones de países como Francia, preocupados por las represalias que pudiera desencadenar la Casa Blanca. El temor a que Trump cumpla su amenaza de imponer aranceles del 200% al vino europeo ha pesado lo suficiente como para sacarlos del disparadero.
La reacción europea, liderada por el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, llega tras semanas de consultas con los Estados miembro y pretende equilibrar dos frentes: mostrar firmeza ante lo que considera una agresión comercial, sin castigar innecesariamente a sectores clave de la economía europea.
"Queremos que la carga se reparta de manera justa", explicó Sefcovic tras la reunión extraordinaria de ministros de Comercio en Luxemburgo. El comisario confirmó que el impacto no alcanzará los 26.000 millones de euros inicialmente contemplados, un techo que se ha rebajado tras escuchar las advertencias de las capitales europeas.
España, por ejemplo, ha pedido especial sensibilidad con sectores que dependen de importaciones estratégicas difíciles de sustituir. El ministro Carlos Cuerpo subrayó que la posición española ha sido clara desde el inicio: “proporcional, equilibrada y abierta al diálogo”.
Aranceles en tres fases
La aplicación de las medidas será progresiva. La primera tanda de aranceles se activará el 15 de abril sobre productos que ya figuraban en la crisis comercial de 2018. A partir del 16 de mayo, se sumarán nuevas categorías para alcanzar un mayor impacto. Una última fase, prevista para diciembre, incluirá productos estacionales como la soja y las almendras, siguiendo el calendario de cosechas.
Bruselas ha optado por un enfoque calibrado, buscando dañar lo menos posible al consumidor europeo. De hecho, la Comisión ha evitado gravar productos en los que la UE es especialmente dependiente de EEUU. Aun así, la lista es amplia y diversa: desde productos alimentarios hasta artículos de ocio, moda y construcción. Algunos de ellos tendrán tasas del 10%, como los videojuegos, baterías o ciertos cosméticos, mientras que la mayoría quedarán sujetos al 25%.
¿Espacio para una salida pactada?
Pese a la contundencia de la respuesta, la puerta del diálogo sigue abierta. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha ofrecido a Estados Unidos un acuerdo de “cero aranceles” para bienes industriales, incluyendo el sector del automóvil. Una vía que ya se exploró —sin éxito— durante la anterior legislatura de Trump y que vuelve ahora al tablero como opción de distensión.
Desde Bruselas insisten en que esta primera oleada de aranceles no es el final del camino. Si Washington no da señales de querer rebajar la tensión, la UE tiene previstas nuevas medidas para responder a futuras ofensivas, especialmente en sectores como la automoción.
El objetivo: mantener la presión sin cerrar las puertas a un entendimiento. “No estamos yendo lento, pero tampoco nos precipitamos”, sentenció Sefcovic. En su opinión, la estrategia europea es “muy bien calibrada” porque “sabemos el tipo de impacto que estas decisiones pueden tener en la economía real y en la gente real”.
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