Entró Koke en el Sánchez-Pizjuán y, será casualidad, el Atlético se ordenó. Entró Koke y, será casualidad, el partido empezó a jugarse en una sola dirección. Entró Koke y, será casualidad, los de Simeone parecieron más equipo. Entró Koke y, será casualidad, el Sevilla lo pareció menos. Regresó Koke y, será casualidad, el Atlético volvió a ganar.
Yo también estoy en grupos de WhatsApp donde se dice que Koke es un paquete, que sólo da pases a tres metros y todas esas cosas. Pero la realidad y los números están ahí. Cuando se lesionó Koke, el Atlético estaba vivo en Champions y Copa del Rey y a un punto de Barça y Madrid en LaLiga. Mes y medio después, está a siete del líder y eliminado de las otras dos competiciones. ¿Es sólo por Koke? No, desde luego, pero qué bien le habría venido al Atlético en más de un partido esa media hora que todavía tiene en sus piernas. Pasan los años y sigue siendo el mejor pasador de la plantilla.
En estos meses finales de temporada, cuando se va acercando el verano y empieza a oler a mercado de fichajes, los aficionados suelen jugar al PC Fútbol y construirse su plantilla ideal de cara a la siguiente campaña. Desconozco lo que va pasar con Koke, pero sí sé lo que le convendría al Atlético: que se quede. Porque en ese rol no va a encontrar a nadie mejor. Los que son mejores que el capitán rojiblanco y que pueda fichar el Atlético -no hay tantos que cumplan ambas condiciones, aunque nos intenten hacer creer que el Atlético es un primer espada en el mercado- aspiran a jugar más. Koke sabe que De Paul y Barrios están por delante de él y acepta su papel sin malas caras. Y cambia partidos cuando entra. Todo eso vale oro.
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