El volcán Etna expulsa sus famosos anillos de humo de nuevo
Redacción
La reciente erupción del volcán Etna, ocurrida este domingo 19 de enero, estuvo precedida por un fenómeno tan insólito como llamativo: la aparición de anillos de vapor ascendiendo desde su cráter sureste, uno de los más activos del macizo siciliano.
Estas formaciones, que se asemejan a grandes aros flotando en el cielo, han sido ampliamente difundidas en redes sociales y observadas con atención por la comunidad científica.
Estos anillos de humo volcánico, también conocidos como vortex rings, no son habituales, aunque el Etna tiene cierta reputación por producirlos en momentos puntuales.
Se generan cuando una burbuja de gases calientes -principalmente vapor de agua, dióxido de carbono y dióxido de azufre- escapa de forma repentina por una abertura estrecha del cráter, con una presión constante y sin turbulencias extremas.
Al salir a la atmósfera y enfriarse rápidamente, la columna de gas se pliega sobre sí misma y forma un aro estable que puede mantenerse durante varios segundos o minutos.
El fenómeno se considera una manifestación superficial de la actividad interna del volcán. De hecho, la emisión de estos anillos suele relacionarse con episodios de actividad estromboliana, caracterizados por explosiones intermitentes que expulsan lava incandescente y ceniza desde los conductos del volcán.
Según el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV), este tipo de actividad eruptiva, que da nombre al volcán Stromboli, es también típica en fases persistentes del Etna.
Nueva erupción del volcán Etna
El Etna ha entrado este 19 de abril de nuevo en erupción, liberando ceniza y lava desde su cráter sureste. La erupción nocturna fue claramente visible desde distintas localidades de Sicilia y marcó un nuevo episodio eruptivo del volcán más activo de Europa.
Como medida de precaución, el INGV activó un código rojo para la navegación aérea, dado el riesgo que representan las columnas de ceniza para el tráfico aéreo. La alerta fue desactivada más tarde, tras la reducción de la emisión de material volcánico en altura.
El Etna, que supera los 3.300 metros de altitud, se encuentra en un estado de actividad prácticamente constante. Su última erupción significativa había tenido lugar en noviembre, lo que refuerza la idea de que se trata de un sistema volcánico muy activo, cuyas dinámicas internas pueden ofrecer espectáculos visuales tan inusuales como peligrosos.