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La sombra de Donald Trump marca las elecciones en Australia

Alrededor de 18 millones de australianos están llamados este sábado a las urnas para elegir al próximo primer ministro

Carteles electorales en Sídney.
Carteles electorales en Sídney.DAVID GRAYAFP
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Alrededor de 18 millones de australianos -de los que ya han votado de manera anticipada casi la mitad- están llamados a pasar este sábado por las urnas para decidir quién será el próximo primer ministro de la nación oceánica. Junto a Canadá, Australia es uno de los primeros países en someterse al escrutinio popular desde que Donald Trump accedió al cargo en enero de este año. La influencia del presidente de Estados Unidos durante la campaña electoral ha sido inevitable, tanto que ha llegado a condicionar la estrategia del representante de la Coalición Liberal-Nacional, Peter Dutton.

El líder de la oposición ha pasado de no esconder su idilio ideológico con el estadounidense, a evitar ser identificado con él. Sus esfuerzos camaleónicos han llegado demasiado tarde, al menos a juzgar por el sentir del electorado, que percibe a Trump de manera negativa. Los sondeos de opinión, también en Australia, son de papel fino y se mojan con facilidad. Aunque están cogidos con pinzas, la mayoría le dan una ligera victoria al Partido Laborista de Anthony Albanese en el cara a cara entre ambos partidos. Los últimos datos revelan que un 52,5 por ciento de los votantes optan por la continuidad y un 47,5 por ciento, por el cambio.

El primer ministro ha sabido capitalizar durante la campaña los achaques arancelarios y la visión de país de Trump, sin olvidar que EEUU es su principal socio estratégico en la región gracias al acuerdo de seguridad, AUKUS, firmado entre ambos países y Reino Unido en 2021. Si bien, Albanese respondió a la imposición de las tarifas del 10 por ciento general -25 por ciento adicional sobre el acero y el aluminio- diciendo que eran "injustificadas", "no provocadas" y "poco amistosas", también incidió en que está dispuesto a fortalecer la alianza "porque está en los intereses tanto de Australia como de EEUU".

Las políticas domésticas, que han dominado la carrera electoral australiana, y el estilo de liderazgo de uno y de otro candidato se han percibido con cierta simplicidad: o contrarias o afines al máximo mandatario estadounidense. La sociedad australiana es históricamente reticente a los sobresaltos y a los extremos.

Estas elecciones, sin embargo, son únicas. Por primera vez, las generaciones más jóvenes (Gen Z y Millennials) superan en número de votantes a las más mayores (Baby Boom) y eso se traduce, según las encuestas, en un auge de las alternativas a las formaciones tradicionales y a un voto preferencial más a la izquierda, especialmente entre las mujeres. Ambos candidatos han prestado especial atención a este sector durante las últimas semanas con entrevistas en medios no tradicionales. De hecho, las dos últimas apariciones públicas de Dutton y Albanese fueron anoche en sendos podcasts.

Si las cifras en el enfrentamiento directo entre ambos partidos dan una victoria cómoda a los laboristas, cuando entran en juego el resto de las formaciones minoritarias y de los candidatos independientes -los llamados 'crossbench' o bancos cruzados- el margen se reduce y el apoyo está más dividido.

El costo de vida, la vivienda, la energía, la salud y la violencia de género han centrado buena parte de las discusiones entre Albanese y Dutton durante la campaña electoral. Ambos candidatos se midieron en cuatro debates televisados que, según los analistas, no beneficiaron la imagen del líder de la oposición por la "falta de propuestas concretas". La economía ha sido la piedra angular del liberal, quien se presentó como la alternativa a llevar una "gestión responsable que restaure políticas económicas de sentido común". También ha jugado un papel preponderante en su discurso el ámbito energético, al realizar promesas como reducir el impuesto al combustible o invertir en gaseoductos.

Su apuesta por la energía nuclear, uno de sus puntos más criticados, fue perdiendo fuelle a lo largo de la campaña. La eliminación de 41.000 puestos de funcionariado -un guiño a Elon Musk y su Departamento de Eficiencia Gubernamental, DOGE en sus siglas en inglés- y la reducción de la migración permanente en un 25 por ciento para contribuir al acceso a la vivienda de los australianos han sido dos medidas que le acercaron a Trump y le alejaron del electorado.

La vivienda ha sido uno de los temas estrella y una de las grandes preocupaciones de los jóvenes a la hora de acudir a las urnas. En este sentido, Albanese propuso una serie de recortes fiscales, alivio de deudas estudiantiles y una inversión de 10 mil millones de dólares para construir 100,000 viviendas destinadas a compradores primerizos, los grandes perjudicados de unas políticas que favorecen más a los inversores que a los jóvenes. El precio medio de un hogar en Australia es de unos 890.000 dólares australianos (unos 500.000 euros). Esta cifra roza los 600.000 euros en las capitales de los estados.

Australia vota hoy continuidad o cambio en un contexto global marcado por la guerra arancelaria, los equilibrios estratégicos con China y EE.UU. y la gestión de los conflictos armados. Un 48.7 por ciento del electorado ha depositado su voto de manera anticipada, una cifra récord en la historia de los comicios australianos.